viernes, 15 de julio de 2011

El pánico y la euforia pueden mucho.

El pánico y la euforia, son momentos en que los inversores con poder y conocimiento aprovechan para sacar mayores beneficios o posicionarse en empresas de cara a la recuperación futura.
Un profesor de un curso de bolsa que tuve, nos puso un ejemplo verídico y muy claro de efecto del pánico.
En su pueblo, por las fiestas, solían sacar un toro que llevaban atado con una maroma. Le llevaban por un recorrido vallado. Pues bien, un año, uno de esos toros se escapo y un señor mayor del pueblo para evitar la embestida del toro, soltó la cachava que necesitaba para caminar, y salto una tapia. Atrapado ya el toro, los jóvenes del pueblo intentaron saltar el muro sin éxito. El pánico al toro le hizo actuar sin pensar, y la adrenalina del momento le permitió hacer esa proeza.
En bolsa los malos datos sobre guerras, tipos de interés, precio del petróleo y tantas otras variables, provocan reacciones momentáneas exageradas en los mercados. Sobre todo por los desconocedores de la situación global mundial y las repercusiones de los datos. Una guerra en un país puede provocar caídas en muchos productos y ventas pero aumentar otras, y una subida del petróleo supondrá empeorar los países compradores pero mejorar los exportadores o productores.
Esto lo conocen los grandes inversores y con un par de llamadas estarán cubiertos contra la eventualidad en cuestión. Sin embargo el inversor de a pie estará nervioso con las noticias y no dejara de leer al respecto y seguramente el pánico le lleve a cometer una imprudencia, como saltar la tapia.
En ocasiones, como en el caso del anciano del pueblo, acertara con la decisión, pero muchas otras veces le hará precipitarse y obrar mal.

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